El pasado fin de semana del 24 y 25 de marzo lo pasé en unos ambientes típicos catalanes. Como se suele decir allí en mar i muntanya, ya que comenzaba con un viernes de visita a la localidad leridana de Guimerà. Esta era una visita para mí obligada desde siempre, ya que este es mi apellido.
Se trata de un bonito pueblo medieval con calles cubiertas por pasos entre casas, que me recordó bastante a cualquier pueblo de la Ribagorza o de las proximidades del Cinca aragonés.
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Un ambiente para mí más catalán se respira si nos adentramos en el Alt Penedès. Mi segunda parada era Pontons, un pueblo de la provincia de Barcelona, que está en la parte alta de esta zona conocida por sus vinos y cavas. Excelentes embutidos y una visita al cercano monasterio de las Santes Creus, donde podemos admirar este monasterio cisterciense muy bien conservado, del que destacaría que a excepción del bonito claustro, es un ejemplo de la austeridad propia del gótico de esta orden religiosa.
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No podía salir de esta zona sin visitar una pequeña bodega de cava, donde aprendí las técnicas de elaboración estos buenos cavas blancos y rosados. Una sorpresa para mí fue descubrir que el cava no se recomienda para acompañar postres o dulces. La cata de diferentes ejemplos de este típico producto del Penedés, me servía para descubrir los atributos positivos de éste, que tan poco conocemos. Quedé gratamente sorprendido.
Finalmente una visita a Barcelona, la capital, me reunía de nuevo con amigos y con las terrazas del barrio de Gracia, en la agradable noche de este sábado primaveral. Una visita Poble Nou ,una paella y un paseo hasta la playa el domingo, finalizaban este perfecto fin de semana.