Llegamos a la punta más occidental de la mayor de las islas británicas, Land's End, todo un montaje para guiris, pero valió la pena por las vistas, no es comparable a finisterre, y me recordó las vistas desde la Torre de Hercules, en la Coruña, claro está sin el gran faro ni las esculturas.
Después fuimos bordeando la costa norte de Cornualles, admirando los pequeños pueblos y paisajes, restos de antiguas minas...
Llegamos hasta St. Ives, una ciudad que me pareció ideal para pasar por lo menos una semana. Playas, puerto, y un elevado número de artistas que se han instalado allí, le dan un carácter bohemio y especial. Es un sitio especialmente conocido por el mercado de arte de segunda mano.
Aunque no comí cangrejo, que al parecer es típico en Cornwall, puede comer muy bien en un restaurante frente a la oficina de turismo y por un precio bastante más que razonable. Me pareció curioso ya que estábamos en Inglaterra, pero vi un montón de sitios con muy buena pinta para comer.
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